sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 1: “Destino”.
-¿Qué diablos te pasa? –Pregunte más que enojada.
-¡¿Por qué estabas con él?! –Me pregunto molesto.

Mi nombre es Yukino Yoshida, soy una joven de 18 años con cabello negro largo y ojos azules, tengo un buen cuerpo. Soy demasiado tímida, tengo buenos pocos amigos, me gusta divertirme. Y sobre todo estoy enamorada de mi mejor amigo Takeshi Takahashi un joven guapo de cabellera rubia y ojos verdes. Es un error no debería estar enamorada de él, él tiene novia y la quiere mucho, yo solo confundo su ser.

-…E-Eso no te importa –Dije.
-Claro que me importa –Dijo.
-Él me siguió –Dije. Estaba molesta, hoy no era mi noche.
-¿Por qué saliste así de repente? –Pregunto.
-Porque no me sentía bien –Mentí.
-Estabas llorando… -Dijo levantando mi cara.
-Eso… -Dije. No se me ocurría nada bueno. Él me miraba preocupado.
-¿Por qué llorabas? –Pregunto.
-Por ti –Murmure muy bajo. Al parecer no escuchó –Nada que te importe.
-Claro que me importa… además –Pude ver como se molestó -¿Por qué te estaba abrazando?
-Te lo dije no me sentía bien… y ¿A ti qué demonios te importa? –Le pregunte furiosa.
-Claro que me importa y ¡Mucho! –Me grito molesto. Estaba más que furiosa con él así que no dude en atacarlo.
-¿Por qué? –Pregunte molesta.
-Porqué eres mía… -Dijo mirándome directamente a los ojos. Como si fuera magia y esas palabras causaran algo en mi me quede sin aire. Había escuchado bien. Eso no era posible.
-¿T-Tu… T-Tuya? –Pregunte más que sorprendida. Se fue acercando a mí y obviamente fui retrocediendo para escapar, hasta que mi huida fue intersectada por una pared. Él se acercó y coloco ambos brazos al lado de mi cabeza.
-No puedes abrasar a Sasori, no te dejo –Hablo.
-A-Aléjate –Dije tratando de que se alejara de mí.
-¿Por qué? ¿Te pongo nerviosa? –Pregunto acercándose más a mí, nuestros labios casi se juntaban, podía sentir su respiración.
-Takeshi… -Dije tratando de empujarlo para alejarlo, pero él tomo mis brazos y me abraso.
-Me gustas lo sabes verdad –Dijo. Me dolía, siempre me decía lo mismo, pero no se despegaba de su novia, yo era su consuelo.
-Tu novia… -Dije. No era la primera vez que se me declaraba, pero era mentira para engañar a su corazón, siempre que peleaban con su novia era así buscaba a cualquier idiota para calmar sus hormonas y expresaba esos sentimientos hacia mí, pero yo sabía que todo era un cruel mentira.
-¿Por qué siempre tienes que meterla en todo? –Pregunto molesto soltándome.
-Porque sé que la amas… solo están pasando por un mal momento como todos –Dije. Era mi mejor amigo, debía ayudarlo aunque mi corazón se desintegrara en el proceso.
-Siempre preocupándote por todos… -Río, Se acercó de nuevo –Pero dime una cosa Yuki… ¿No me quieres? –Pregunto tomando mis manos y besando una.
-Cl-Claro que te quiero –Dije. Lo amaba no había duda.
-Hmm… -Me acerco a su cuerpo- Sabes te deseó –Susurro a mi oído haciéndome temblar.
-¿Q-Que? –Dije al bordo del infarto.
-Te deseo Yuki –Dijo besándome. A principio no sabía qué hacer, así que cerré los ojos. Sus labios se movían lentamente sobre los míos, así que sin saber cómo comencé a corresponder de forma tímida y lenta.

Mi sueño se estaba cumpliendo estaba besando a la persona que amaba, a mi mejor amigo durante años, al ser que era importante para mí. Algo dentro de mí me decía que debía detenerme él tenía novia, pero yo lo amaba y espere este momento por siempre… pero estaba mal, aunque fuera una sola vez me gustaría ser egoísta y tomar lo que la vida me ofrece; quemarme en el fuego del infierno.

-Dime Yuki… -Dijo mirándome fijamente- Te gustaría entregarte a mí –Dijo.
-¿Q-Que di-dices? –Pregunte. Esto estaba mal. Takeshi estaba pasado de copas, nunca me había dicho tal tontería.
-Lo has oído bien –Dijo besando mi cuello. Debía detenerlo.
-Takeshi… Ayame te espera… -Dije.
-Ella… ¿Por qué siempre la mencionas? –Dijo abrasándome- Yo te quiero a ti… Ella no es nadie…
-No digas esas cosas Takeshi… tú la amas –Dije cariñosamente mientras acariciaba su cabeza.
-Ella es un puta… terminamos de nuevo porque la vi coqueteando con un profesor de deporte –Dijo. Pobre Takeshi, aunque él tampoco era un santo.
-Takeshi siempre actúas impulsivamente… te apuesto a que no viste bien la situación –Dije tratando de darle ánimos, siempre defendía a la estúpida novia de Takeshi. No podía decirle que la dejara y se olvidara de ella.
-Enamórate de mí –Dijo mirándome a los ojos.
-¿Q-Que quieres decir? –Pregunte sonrojada.
-Tú siempre me salvas de todo… me gustaría que Ayame fuera como tú… tú eres especial –Dijo. ¿Qué fuera como yo?
-Cada persona es como puede… Se feliz con Ayame, Takeshi… -Dije. Mis lágrimas comenzaron a caer. Nunca sería más que su mejor amiga. Solo eso.
-¿Qué paso? –Pregunto preocupado al verme llorar.
-N-No es nada –Dije intentando que mis lágrimas dejaran de fluir.
-Yuki… -Dijo acariciando mi cara. Lo había decido este sería el momento expresaría mis sentimientos hacia Takeshi.
-T-Takeshi… yo… t-tu… m-me… -Dije tomando aire, el me miraba atentamente -¡Te amo! –Grite cerrando los ojos. Estaba roja como un tomate por lo que acaba de pasar.
-Yo también –Dijo besándome más intensa y salvajemente –Ven conmigo –Dijo conduciéndome a su auto, luego a su departamento.

Acababa de entregar mi alma al infierno, sin saberlo aún no empezaba la verdadera tortura. En verdad quería a Takeshi, pero yo sabía y mi razón me lo advertía que él no me veía más que como una simple amiga, que siempre fue buena con él. Algo me decía que me arrepentiría de entregarme a la persona que amo, pero como siempre uno nunca hace caso a la razón.

-T-Takeshi –Dije jadeante. Desde que bajamos del auto me besaba y con pasos torpes y choques contra las distintas paredes al fin llegamos a su departamento. Mi cabeza comenzaba a dar vueltas por el intenso beso mientras que perdía la noción del tiempo. Sin saber cómo nos dirigí hacía su cama y me acostó, colocándome a gatas sobre mí. Estaba sonrojada por lo que pasaba. Siguió besándome, paso su lengua por mis labios para que los abriera y pudiera entrar, causando una pelea sin ganador entre nuestras lenguas.
-Me gustas mucho Yuki –Dijo sin aire luego del beso. Estaba segura que esas palabras eran mentira, pero quería divertirme con el demonio.
-E-Esto no está bien… -Dije debajo suyo.
-¿Por qué? –Pregunto mirándome atentamente.
-Tu… Yo… N-No lo sé –Dije. Estaba confundida, su novia siempre lo engañaba porque no podía hacer lo mismo. Se tiró de nuevo sobre mí, colocando ambos brazos en mi cabeza. Bajo sus codos y se acercó peligrosamente hacia mi rostro.
-¿Por qué Yuki? –Pregunto seductoramente. No sabía que responder. Parecía que pensaba en algo –Es por Sasori verdad –Hablo molesto. ¿Por qué tenía que mencionar a Sasori en este momento? ¿Acaso estaba celoso?
-C-Claro que no –Dije sonrojada y tartamudeando. Demonios.
-Mentirosa, dudaste –Dijo –Le quieres verdad… -No dije nada. Acaso no se daba cuenta que estaba enamorada de él desde que le conocí -…Pero aun que le quieras esta noche serás mía Yuki, solamente mía –Me beso en serio.
-P-Pe-Pero –Dije luego del beso. Esto no estaba bien debía detenerlo.
-Yuki… te… amo… Yu-ki –Decía entre besos que nos dábamos. Mi razón se perdió, disfrutaría de Takeshi aunque solo fuera esta vez, ya que luego vendría mi castigo.
-Ta-Takeshi –Susurre sonrojada.
-No te preocupes preciosa –Se separó unos milímetros de mi cara –Yo te amo a ti…
-Si yo también… -Dije bajito muy sonrojada. Y dicho esto, poseyó mis labios nuevamente con ternura y delicadeza. Comenzó a acariciar mi cuerpo con una de sus manos, sin darme cuenta su mano bajo mi polera y se dirigió hacía uno de mis pechos. Antes de tocarme, se separó de mis labios y se dirigió a morder y lamer mi cuello, mientras hacía eso, su mano comenzaba a acariciar por sobre mi sujetador mi pecho derecho.
-Takeshi –Gemí su nombre. Nunca pensé que haría tal cosa. Todo parecía marchar bien, hasta que sentí como tocaban la puerta como si quisieran echarla abajo. Takeshi se separó de mí y ambos dirigimos las miradas hacia la puerta.
-¡Takeshi! –Grito alguien abriendo la puerta hecha una furia. No sé qué cara puse en ese momento. Era la novia de Takeshi; Ayame.
-Ayame eres tú –Dijo Takeshi aun sobre mí. Su mirada furiosa se dirigió a mí.
-¿Qué demonios haces y con esta? –Pregunto Ayame mirándome con mucho odio.
-Bueno antes de que entraras íbamos a tener sexo –Dijo Takeshi sentándose en la cama.

Había sido una estúpida, al pensar que podría hacer en amor con Takeshi. Para hacerlo se necesitan dos personas y con el mismo sentimientos.

-¡Maldita puta! ¡Te crees mucho al acostarte con el novio de otra! –Grito Ayame tirándose sobre mí. Takeshi solo la miro divertido. Esto era claramente una escena de celos.
-Déjame –Dije tratándomela de quitar de encima.
-Ya basta Ayame suéltala –Dijo tranquilamente Takeshi. Todavía seguía sobre mi tratando de golpearme, a la primera oportunidad salí del departamento de Takeshi, pero ella me siguió.
-Maldita zorra –Grito de nuevo agarrándome el cabello.
-Ayame ya basta –Dijo Takeshi tomándola en brazos y entrando a su departamento con ella, cerrando la puerta tras de ellos.

Sentí mi corazón destrozarse en ese momento, la persona que había amado me había traicionado, estaba llorando, en el piso sola. Al fin me daba cuenta de que era una estúpida por confiar en él. Siempre supe que Takeshi no era para mí, se merecía estar con Ayame tal para cual no.
Salí corriendo como pude, sintiéndome como un trapo viejo. Me encontraba lejos de casa y era muy tarde. No sabía hacia donde corría, solo quería que este dolor me abandonara. Sin saber cómo me encontré en medio de la calle, sentí una fuerte bocina y voltee, un camión se acercaba a mí y yo no podía reaccionar, o mejor dicho no quería hacerlo, así que cerré los ojos por miedo.

-¡Cuidado! –Escuche el grito de alguien, antes de que alguien me rodeara y cayéramos al piso. Abrí los ojos y un joven de cabellera negra y ojos azules se encontraba debajo de mí.
-¿Q-Quien eres? –Pregunte sorprendida.
-¡Estas loca! ¡No viste el camión! –Me dijo molesto.
-Yo… -Dije comenzando a llorar.
-¿Q-Que ocurre? –Pregunto sentándose. Seguía sobre él, pero no me di cuenta.
-N-nada –Dije llorando. Mis lágrimas seguían cayendo, la persona que se encontraba delante de mí me miraba preocupado.
-Lo siento –Se disculpó. Lo mire atentamente sin dejar de llorar –Creo… que fui muy rudo…
-No… no es eso… lo siento –Dije mientras bajaba la mirada.
-¿Te encuentras bien? –Pregunto preocupado.
-No es nada… -Dije levantándome, el chico también se puso de pie.
-Estás loca –Dijo. Me sorprendí de sobremanera, que persona le dice eso a otra persona que estaba a punto de morir y lloraba desesperadamente.
-…Gracias… -Dije secando mis lágrimas.
-¿Quieres… ir a tomar algo? –Me Pregunto. Lo mire sorprendida y el desvió la mirada. Sonreí.
-Claro por qué no… -Dije.

Había caído en el más bajo abismo que se encuentra en el infierno, sabía que había firmado mi sentencia de muerte. Ayame era muy popular en la secundaria y por supuesto estaba con Takeshi también popular. Desde mañana mi vida terminaba trágicamente, no me sorprendería que ellos hagan de mi vida un infierno. El infierno en el cual decidí quemarme…

-Así que te declaraste y te rechazaron… -Dijo mi salvador. Se lo había contado todo mientras tomábamos un café y caminábamos por la calle.
-Si –Dije recordando lo sucedido.
-Eres tonta –Dijo- El mundo no acaba por eso… -Hablo mirándome.
-El mío si… -Susurre sonriendo melancólicamente.
-Tal vez tenía que suceder –Dijo. Me sorprendí por sus palabras. Debía suceder.
-Yo… debo irme –Dije.
-Si ya es tarde –Dijo mirando el cielo.
-Gracias, Adiós –Dije antes de salir corriendo.

Aun que aquella persona que desconocía logro sacarme del infierno por unos momentos, yo sabía que aún no comenzaba mi verdadero castigo, si pudiera anhelar algo, seria desaparecer de este mundo o simplemente borrar este día, este maldito día donde hable de mis verdaderos sentimientos, cosa que nunca debí hacer… aun me pregunto ¿Por qué?

-Llegue –Dijo entrando a mi casa. Era un total silencio como de costumbre, mi padre había muerto cuando era niña, mi madre trabajaba el día y bueno en la noche salía a divertiré por ahí, dejándome sola en casa. Camine hacia mi cuarto y me tire en la cama.

Llorar no iba a servir de nada, nunca ha servido de nada. Después de todo era mi culpa… con ese pensamiento me duermo…



No hay comentarios:

Publicar un comentario